16 septiembre, 2012

DE DOS COSAS ME ARREPIENTO

Kelly y los puntos rojos - Downey

De dos cosas me arrepiento en la vida: de haberme casado... y de haberme separado. Sí; y esta conclusión, que a primera vista parece tan paradójica, me está matando. Lo cierto es que me casé demasiado joven, creyendo que el amor me haría entrar en el mundo y en la vida, y dejar atrás para siempre aquel oscuro y enfermizo lugar de desencuentros que fue mi familia. Pero, por más que le eché ilusión y empeño, casada no conseguí algo muy diferente de lo que había tenido hasta entonces. El balance: veintiséis años cohabitando con un ser desatento, grosero y egoísta, que nada tenía que ver con el chico alegre y divertido que me llevó al altar. Veintiséis años, grises a más no poder, que por poco me sepultan en vida. Así que, en cuanto mi hija se emancipó, por segunda vez en mi descorazonada existencia quise entrar en el mundo y en la vida, le eché valor, me divorcié... Y ahí, nuevamente, caí con todo el equipo.
Porque estoy sola, vacía y desorientada. A día de hoy, confieso no tener un proyecto de vida y sí, en cambio, sendas cajitas de Tofranil y Diaceplex en mi mesilla. Y lo que más me revienta y me deprime es pensar que tal vez debí haber aguantado con él. Mis amigas lo hacen, esto de aguantar; dicen que es sencillamente práctico y que en el mercado, a estas alturas, no quedan más que restos y saldos de dudoso provecho; que es complicadísimo encontrar un hombre que no termine por repetir lo mismo que el que tienen en casa lleva haciendo durante años. Vamos, que, visto el panorama, ¿para qué tomarse la molestia de cambiar...? Eso dicen. Mira, que quedo poco con ellas, pero cada vez que sale el tema, y sale casi siempre, me terminan grapando al suelo. O lo hago yo sola, que ya no sé si estoy en una racha mala o si esta depresión la traigo de serie... y, todavía, mi ex tiene razón, cuando dice que llevo la infelicidad en el ADN, porque me crie en ese “oscuro y enfermizo lugar de desencuentros que siempre fue mi familia”. ¿Y si fuera cierto? ¡Pues vaya una mierda! Después de todo, recapitulo y ¿qué tengo? Una hija a cien kilómetros, las amigas, y, bueno, este diario; porque lo que es mi psiquiatra... Ella también está divorciada. Su marido se le fue con otra mucho más joven y, desde aquello, ha cambiado varias veces de pareja, se ha hecho por lo menos los labios y los pómulos, viste como una Barbie, y eso que tendrá mi edad, y me pega que tiene una buena crisis, no sé si de identidad o de qué, pero aún más gorda que la mía.
Total, que veo que no avanzo en ningún sentido. Y que este es el emocionante resumen de mi vida. A lo mejor, lo que nunca tenía que haber hecho es casarme o soñar tanto... ¡yo, que tantas ilusiones me hacía! Pero, si no hubiera soñado siquiera o no hubiese salido de la casa de mis padres, entonces, es que no quiero ni pensarlo... ¿Qué habría sido de mí?

 
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