31 diciembre, 2011

EL NUEVO FLAUTISTA DE HAMELIN

Tenor - Basquiat

Termina el año; un año que pasará sin ninguna duda a los anales de nuestra Historia, la de los occidentales pulcros y acomodados. Un año que ha desenmascarado al nuevo flautista de Hamelin que regresó para mofarse de nuestra ingenuidad de nuevos ricos atrincherados. Lejos de llevarse a las ratas al río, vino con la lección aprendida de aquel entonces que cuenta la fábula, y nos ha arrastrado al precipicio para placer de, precisamente, varios millares de despreciables roedores que, a nuestra costa, engordan su opulencia. ¡Qué triste reconocerse, una vez más, en esta Europa desmembrada! Repensarla y rehacerla es una tarea enormemente compleja y ni la política secuestrada de nuestros dirigentes ni la economía con sus incomprensibles vaivenes, su extranjera terminología y sus violentas urgencias, han sido capaces de amalgamar a un viejo continente que forman cien pueblos, y cuya historia se ha escrito con la sangre de las guerras y desavenencias de sus países. Construir Europa, ahora lo vemos bien, era mucho más que dotarla de un lejano Parlamento y una moneda común. Y confieso que, dentro de ese proceso de construcción y asentamiento, me sentí, en este orden, ilusionado, desencantado y finalmente sangrado por su cámara de petimetres. Pero, ¿quién se cree que es esta gente, tan capaz de saltarse los derechos de las democracias europeas, como de provocar nuestra estupefacción rogando a los países emergentes que inviertan en una economía ultra-liberalizada que no han querido controlar? ¿Cabe mayor despropósito que pedir a India, Brasil, Rusia, la misma China, que nos ayuden? Viendo sus desesperadas actuaciones, uno comprueba con mal café que esto se nos ha ido de las manos y que estamos asistiendo no a una época de cambio, sino más bien a un cambio de época... de consecuencias imprevisibles.
Pese a todo, tal vez sea necesario que toquemos fondo de una vez por todas, para rebotar y salir a la superficie. La tercera ley de Newton y la Historia avalan que esto será así, como siempre ha sucedido. De modo que tal vez se trate de que encuentren fuerzas y ayudas para aguantar un poco más quienes están mal, y de intentar ser más sensibles y solidarios con ellos quienes por suerte aún nos mantenemos en pie... Amén.

Conque 2011 se esfuma por siempre jamás. Repaso lo escrito en este cuaderno de bitácora y compruebo que su contenido ha sido este año más social, más político. Pienso que no podía ser de otra manera, no únicamente por lo difícil que es sustraerse a los efectos de una realidad tan cruda y envolvente, sino porque tampoco es deseable hacerlo. Y uno, desde luego, no va a escabullirse, por más poesía con la que quiera aliñar lo cotidiano. Esta locura de mundo que habitamos, continúa siendo un torbellino en permanente cambio, con sus enmarañadas e incomprensibles relaciones, con sus endémicas enfermedades, sus brechas y cicatrices mal cauterizadas, sus sangrantes olvidos (África), bajo el gobierno cruento de los mercaderes... En fin, conque termina el año, que decía antes, y podría resumir algo de todo lo que se me agolpa en la cabeza anotando palabras como zozobra, vértigo e incertidumbre, pero también solidaridad y esperanza, dos voces marcadas a fuego desde tiempos inmemoriales en el corazón del ser humano. No puedo evitar verlo y contarlo así, con la sensación de que la cosa se aguanta todavía, aunque sea con las benditas pinzas de un buen montón de gente que, pese a todo y todos, sigue pensando y obrando de buena fe... Y si, al final de todo, nos sigue quedando amor, que es lo que fervientemente creo, pues dejémonos de pamplinas y démoslo a quienes lo necesitan. De corazón, que sí. Y punto.
 
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