04 septiembre, 2011

RECOMENCEMOS

Huertos con amapolas - P. Monteagudo

Recomencemos. Emprendamos la marcha serenamente confiados, con la idea de asumir lo que somos, de apropiarnos del personaje que cada quien de nosotros encarna, de la identidad que a uno le confiere llevar el nombre que le representa. Recomencemos sin mayor dilación, a sabiendas de que lo que importa es el camino que hacemos y de que no hay en él urgencia que no pueda ser postergada.
Y retomemos nuestros compromisos, persuadidos de que casi todo es mejorable, y muy en particular lo que de más cerca nos concierne. Renovemos cada jornada humanizando lo cotidiano, desde la conciencia de apostar por la vida, de combatir creativamente las actitudes intolerantes y de acometer tareas que no llegarán a cambiar el mundo, pero que, por convicción, sabemos que hemos de hacer.
Y recomencemos portando por toda munición nuestros principios: esas vértebras que dan consistencia al modo en que nos mantenemos en pie, dotan de cohesión a nuestros átomos y nos permiten mirar cuanto nos rodea con una relativa profundidad, con humilde sabiduría.
Y caminemos livianos, con un sereno desapego por lo perecedero y un vivo interés por interpretar lo que sucede, pues hay algo nuevo y sorprendente en cuanto ocurre que es preciso rescatar, y ese algo siempre acontece por primera vez en nuestra vida.
Y avancemos despiertos, como si viajáramos siempre de ida, porque vivir sabe a curiosidad, a revelación; y apreciemos cada momento en su integridad con todos los sentidos, incorporándolo al respirar, haciéndolo parte de quien cada uno de nosotros somos, de nuestra propia e íntima experiencia...
Como si fuera ésta la primera vez, nuevamente, hoy y siempre, con todo el ánimo: ¡Recomencemos!
 
ir arriba