30 mayo, 2010

EL AMOR LÍQUIDO - Bauman

Soledad - Delvaux

Todos hemos visto, oído, y aún escuchado, a pasajeros del tren que, a nuestro lado, hablan sin parar por sus teléfonos. Uno diría que están contando los minutos que los separan de sus seres queridos y que no ven la hora de poder mantener esas conversaciones cara a cara. Pero quizá no haya pensado que muchas de esas charlas de móvil, que usted captó por azar, no eran el prolegómeno de una conversación más sustancial a producirse al llegar, sino un sustituto de ella. Que esas charlas no preparaban el terreno para algo real, sino que eran lo real en sí... Que muchos de esos jóvenes anhelantes de informar a sus invisibles interlocutores acerca de su paradero, no bien lleguen a sus hogares correrán a sus cuartos a cerrar la puerta con llave detrás de sí.
(...)
La idea misma de relación sigue cargada de vagas amenazas y premoniciones sombrías: transmite simultáneamente los placeres de la unión y los horrores del encierro. Quizás por eso, más que transmitir su experiencia y expectativas en términos de "relacionarse" y "relaciones", la gente habla cada vez más de conexiones, de "conectarse" y "estar conectado".
(...)
Tal como señaló Ralph Waldo Emerson, cuando uno patina sobre hielo fino, la salvación es la velocidad. Cuando la calidad no nos da sostén, tendemos a buscar remedio en la cantidad. Si el "compromiso no tiene sentido" y las relaciones ya no son confiables y difícilmente duran, nos inclinamos a cambiar; en vez de hablar de parejas, preferimos hablar de "redes".

El amor líquido, Zygmund Bauman.

23 mayo, 2010

EL RITUAL

Fin de semana - Bracegirdle

Con el tiempo, el juego de la depilación se había convertido en una suerte de liturgia entre ambos. Solía acontecer casi siempre en fin de semana, después de que Rocío tomara su ducha nocturna y se hidratara con aceite corporal y cremas faciales, en tanto Alberto, normalmente, leía ya acostado.
Esa noche de viernes, ella entró en el dormitorio desnuda, con una toalla seca en el antebrazo, un bol con agua tibia, el gel y la maquinilla de afeitar. Alberto alzó la vista del libro y sonrió: Allí estaba su chica, espléndida, invitándole a participar en uno de sus rituales preferidos. Tentadora, Rocío le dijo: ¿Te animas? Y él, con falsa resignación, contestó: ¡Si no hay más remedio...! Y es que, acudiendo a la estadística, la probabilidad de que tras la sesión depilatoria hicieran el amor era del cien por cien.
De modo que Alberto dejó el libro, extendió la toalla para ella, y se puso manos a la obra. Rocío yacía felizmente relajada, las manos bajo la nuca, mientras a horcajadas sobre su vientre, Alberto extendía el gel sobre la primera axila humedecida, para rasurarla delicadamente hasta dejarla inmaculada. Con el mismo esmero depiló la segunda, la secó a toquecitos con una punta de la toalla y, cuidadosamente, movió sus útiles y descendió para arrodillarse entre las piernas de Rocío. Acudiendo a la estadística, eran dos minutos los que, por término medio, dedicaba a cada axila; entre ocho y diez a ambas ingles. Tomó del bol un poco de agua, mojó la zona que iba a rasurar y untó una gota de gel en sus dedos. Entonces vio la cana. Primeramente pensó que era una hebra y la intentó retirar con el canto del meñique... Pero no, allí seguía, destacando insolente en medio del vello púbico. Ahora vengo, dijo entonces. Y regresó del cuarto de baño con una tijerita. ¿Qué haces? Nada; tienes algo, como pegado. Rocío se incorporó sobre sus codos ¿Dónde? Que no es nada... Túmbate, anda. Ella obedeció, mientras Alberto cortaba aquel pelo impertinente... ¡Ris! Parecía asomar algo, conque lo cercenó junto a los contiguos, ¡ras! ¿Ya...?, dijo ella. Sí. ¿Qué era? No sé, un hilo. Alberto dejó la tijera y comenzó a rasurar maquinalmente la primera ingle. Aquella cana pareció haberle descentrado. Una cana, justamente ahí... Aún buscó un resto del pequeño brote, mientras depilaba precipitadamente la segunda ingle, sin mimo ni detalle. Chico, hoy no estás nada fino, le reprochó Rocío, sentándose, cuando terminó. Él contestó: ¡Te quejarás, encima! Y, con gesto hosco, llevó el bol, el gel y la maquinilla al cuarto de baño, antes de retomar su lectura. Rocío retiró la toalla y se puso el pantaloncito y la camisola que había dejado doblados en la alfombra camera. Se acostaron sin hablar.
Acudiendo a la estadística, la probabilidad de que el ritual depilatorio mantuviera para Alberto y Rocío parecidos interés y frecuencia acababa de disminuir considerablemente. Pero la de que continuaran, tras él, haciendo el amor lo hizo aún más... Por extraño que parezca, bastante más.

16 mayo, 2010

MICRORRELATOS

Ritual de lilas - Rothko

ESPEJISMOS

Se arrastraba por la arena ardiente,
cuando vio que se le aproximaban
tres bellas huríes con cántaros de agua.

Nada enturbió la celestial visión del explorador;

ni siquiera la docena de buitres
que rondaban sobre su cabeza.

INTENCIONES
Aquella fue una fecha muy especial para él.
Decidió que a partir del día siguiente
se plantearía hacer una lista de las cosas que, en un futuro,
le podrían servir para comenzar a tomar determinaciones
que le ayudaran a mejorar su capacidad resolutiva.


VENGANZAS

Entonces ella dio un portazo,
dejándome una vez más con la palabra en la boca.

Estaba bien dura, pero me tomé mi tiempo,
la mastiqué a conciencia y la rumié.

Luego, la escupí sin ruido.

Desde entonces, mastico, rumio y escupo palabras en su memoria.

Mi mayor placer se ha convertido en su, también mayor, tortura:

Digiero en silencio.

09 mayo, 2010

EL ÚLTIMO BESO

El beso (detalle) - Klimt

Busco deliberadamente tus labios, para robar de ellos esa dulzura de amante complacida que me dispensa tu mirada. Entorno los ojos y te desdibujas en la bendita ceguedad de la cercanía. Quiero amarte, ceñirme a ti, y todo mi envite se condensa en el manso deseo de decomisar tus besos, de aspirar tu más breve suspiro, de beberlo y hacerlo enteramente mío, entregándome para sólo sentirte como ahora mismo te siento: de alma.
Y te tomo desde la oscuridad mantenida, con una leve presión en la nuca, mientras mis labios se demoran en la comisura de los tuyos, sisándote el aliento, besándote con besos menudos, ligeros como una cosquilla... Luego se tientan y forcejean, para después abandonarse, esos labios, labios grávidos como fruta en sazón, carne de cerezas maduras, tierna y húmeda huella del amatorio responso. Tus labios... Apenas mis dientes registran con un suave mordisco su lisura, mi lengua su rocío, dulce como la malvasía, y entonces me retiro y tomo aire... Reclino mi cara contra la tuya, resbalo a través de su cálido roce para emboscarme en tu pelo, en la firmeza soberana de tu cuello, rindiéndome en tu abrazo, pendiendo de él, como del tiempo...
Pero todavía amago y nuevamente me aparto. Por un instante me dejo acunar en el momento, mirando ese regalo que es tu sonrisa a ojos cerrados, y morosamente vuelvo a fundirme en tu boca. Busco tus labios, una vez más, para robarte el aliento, para hurtarte como un canalla un último, este beso, el último beso...

02 mayo, 2010

VITORIA DE VERDE

El restaurante - Díaz Olano

Recomiendo visitar Vitoria entre mayo y julio. Si bien es verdad que las fiestas de La Blanca, en agosto, invitan al bullicioso ambiente que en ellas se respira, pasadas éstas, merced a una nefasta política comercial y hostelera, la ciudad permanece desierta, con la mayor parte de los negocios, bares y restaurantes cerrados para desolación del visitante.
Pero en primavera, como decía, Vitoria se viste de verde. Éste es sin duda su color, el de su anillo, sus paseos y parques. Si se va a pernoctar, propongo el Jardines de Uleta, un tranquilo hotel situado en Armentia, con apartamentos estupendamente dotados y a un precio bien asequible. Desde él hasta el corazón de la ciudad (veinte minutos) se desciende por La Senda, fresca y agradable, jalonada por castaños, plátanos y varias construcciones interesantes, sobre todo en el tramo de Fray Francisco, donde se ubican los palacios de Ajuria Enea y Augusti. Éste último es la sede del Museo de Bellas Artes de Álava, en el que merece visita la obra costumbrista de Díaz Olano, el pintor más destacado que ha dado esta ciudad. La Senda nos abocará al parque de la Florida, ya en el centro, desde el que podremos encaminarnos hacia la almendra medieval y, a través de sus calles gremiales, llegar a la catedral de Santa María.
Ver este santuario me parece obligado. La acertada apuesta del Abierto por reformas que preside el acceso al viejo y enfermo templo ha dado pie a que se lo realce en obras de Follet o Coelho. Un recorrido guiado por su interior (previa reserva), nos dará una idea del esfuerzo que está suponiendo mantener en pie un edificio rehecho a lo largo de los siglos y que, torcido y cansado, amenazaba con venirse abajo. Gracias al empeño de la fundación que lleva su nombre y a una tecnología puntera, la visita a esta UVI arquitectónica resulta un placer, al situarnos ante la halagüeña expectativa de que, efectivamente, por enferma que estuviera, poco a poco la catedral se recupera de sus males.
Llegada la hora de comer, las inmediaciones del lugar ofrecen varias opciones. En el Bar Santiago, de la calle Santo Domingo, modesto, chiquito, de mantel de hule, una ensalada ilustrada, su pulpo a feira (sabrosísimo) y unos mejillones con tomate nos dejarán espléndidamente, por un moderado precio. En otro y muy diferente plan, El Portalón es un genuino museo enclavado en una admirable casa medieval de la Plaza de las Burullerías. Su variada carta de cocina tradicional vasca, un deleite para los sentidos. Con crianza de Rioja alavesa, el cubierto rondará los cincuenta euros.
Tras el café en terraza (o la saludable opción de paseo y siesta), la tarde puede dedicarse a recorrer el centro de la ciudad: Plazas de la Virgen Blanca y de España, el Machete y Los Arquillos, Plaza de los Fueros... para terminar degustando unas tapas. Como opciones: Toloño, La Malquerida, en la calle Correría, Sagar-Toki, en Prado, o cualquiera de los bares del tramo central de la calle Dato; muy cerca entre sí, todos ellos.
El regreso a pie al aparthotel vendrá bien para bajar lo ingerido y predisponernos para un sueño reparador. Ni que decir tiene, en cualquier caso, que el hecho de coincidir con el siempre magnífico festival de jazz que todos los julios se celebra en Vitoria, merece una tarde-noche de concierto. Esta próxima edición promete, con Chick Corea, Dianne Reeves, Paco de Lucía...
 
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