28 septiembre, 2008

LA CALLE - Octavio Paz


Callejón - Javier Sampedro

Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.

21 septiembre, 2008

METAS VITALES

Luminiscencia - Toffoletti

Parece indiscutible que la vida no tiene un significado universal para todo el mundo; pero sí es posible que cada cual llegue a darle un sentido. Cuando pienso en mi posición ante este asunto, me remito a las ilusiones que conservo y a los propósitos y esfuerzos que hago para conseguir algo (por pequeño y cotidiano que sea), porque unas y otros otorgan una razón de ser a mi existencia. Así tengo la sensación de que me reinvento con cierta necesidad... y de que mi pasado y mi futuro son un poco distintos cada día.
Dice mi querido profesor Andrés Ortiz-Osés que el sentido de la existencia es la insistencia; que existir es insistir. Otra pequeña verdad, guardada con mimo en un inspirado aforismo. Lo cierto es que cuando nos marcamos una meta vital contamos con infinidad de propuestas atractivas. Es cosa entonces de optar... Pero pienso que, por ser tantas, elegir nos genera incertidumbre; una incertidumbre grave e incómoda que mina la audacia de nuestro impulso vital, muchas veces hasta el punto de que terminamos depreciando la elección que habíamos hecho. Cuestión de insistir, sí; pero, ¿qué camino tomar?
Entonces es cuando me planteo seriamente si esta libertad, basada en la enorme oferta que existe, nos ayuda a darle significado a la propia vida... o si, más bien, al confundirnos e inquietarnos, sucede lo contrario. Y ante esta cuestión me encuentro un tanto perplejo, lo confieso. Porque el compromiso con una meta, y la propia manera de alcanzarla, parece mucho más fácil cuando las elecciones son pocas y están claras. Abundancia o restricción: ¿Cómo resolver este dilema? Personalmente siempre he concedido importancia a los límites y he aprendido que, de algún modo, aceptar las limitaciones libera. No me gustaría que se me malinterprete, pero cada vez estoy más convencido de ello.

14 septiembre, 2008

RECORRIDOS

Holiday resort - Jeffrey Smart

POR DETRÁS...
Uno vive a fuerza de reinventarse,
de gozar de un pasado distinto cada día.

Y POR DELANTE
El futuro es esa permanente emboscada que nos tiende el azar
haciéndonos peregrinar por insospechados caminos.

POR FUERA...
Buscar a Dios en los templos es buscar el contorno de una sombra
allí donde no hay luz.

Y POR DENTRO
El fuero interno de uno es algo así
como la cara oculta de su conciencia.

DE CABEZA...
El problema de que me den la razón
es que después no sé muy bien qué hacer con ella.

Y DE CORAZÓN
La enfermedad más grave del amor no son los celos,
sino la decepción.
Todos los amantes la padecen,
pero muy pocos sobreviven a sus estragos.

PERO, EN TODO CASO, CON ÁNIMO
La satisfacción comienza con el esfuerzo:
Uno termina por sentirse mejor, en la medida en que lo intenta.


07 septiembre, 2008

EL PADRE DE MAFALDA

Hombre en una hamaca - Gleizes.

Creo que nunca me he sentido tan como el padre de la entrañable Mafalda, como el ya lejano día en que María, mi hija mayor, que tendría entonces 12 años, llegó a casa del cole, dejó su cartera y se acercó a la sala, donde yo leía plácidamente El Correo, y, con su sempiterna sonrisa, me soltó a bocajarro:
Aita, ¿tú te masturbas?
Me faltó periódico para esconderme, pero en teoría un buen padre no está para eso... De modo que, sin saber muy bien de qué modo salir airoso, comencé por defender mi comprometida posición con la trillada técnica de rebotar el asunto.
—¿Y por qué me haces esa pregunta?
—Es que hoy hemos hablado en clase de lo que es la masturbación y...
—Oh, vaya.
—Dicen que todo el mundo lo hace.
—Ah, claro: Dicen —tomé aire—. Bueno... ¿Y no os han explicado en clase qué es la intimidad?
—No. Creo que no.
—Pues bien, Marieta: La intimidad tiene que ver con que hay cosas que pertenecen a la vida personal de cada uno... y que todos los demás deben respetar. ¿Me explico?
María asintió recogiendo a un lado sus labios. Luego sonrió y fue a por su merienda.
—Te he entendido perfectamente —me dijo saliendo de la sala.
Tras lo cual tragué saliva, a sabiendas de que conocía la respuesta a su pregunta, y, aliviado, yo también sonreí, hundiéndome un poco en el sofá tras las páginas de sucesos... como en tantas viñetas del genial Quino he visto hacer al papá de Mafalda.

01 septiembre, 2008

SOROLLA


Cosiendo la vela

De Sorolla, la luz. Luz mediterránea a raudales, resplandeciendo sobre los blancos velámenes de las barcas y los vestidos de las mujeres en la playa, sobre los cuerpos desnudos de los niños, bañándose en la orilla del mar. En Sorolla, el protagonismo de la luz es absoluto, esa magia con la que supo envolver el dinamismo de las representaciones pictóricas que componen sus cuadros, siempre con presencia humana. Como hicieran los impresionistas franceses, su pintura de exterior (en plein air) refleja con viveza y realismo el paisaje levantino de finales del siglo XIX, en el que la luz y los colores vibran en un apacible ambiente costero y parecen conferir movimiento a las figuras que representa.
Supe de Sorolla, bien de pequeño, por los sellos conmemorativos de su obra que emitió la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. El hermano Ricardo P. (del colegio de La Salle, en el que estudié) me había iniciado en la filatelia y recuerdo que las series que más me gustaban eran las dedicadas a pintores españoles. Así fui conociendo a los Velázquez, Zurbarán, Murillo, El Greco... y de ahí probablemente nació mi interés por la pintura, aunque entonces yo debía de tener nueve o diez años.
Y, sí, ahí estaba también Sorolla y sus Niños en la playa. Nada se podía adivinar en los sellos esa locura suya por atrapar la luz, pero, con todo, siempre me parecieron pequeñas joyas que aún conservo clasificadas entre las páginas de alguno de mis viejos álbumes... y son por esto, sin duda, una pequeña parte de mí.



Niños en la playa

Joaquín Sorolla y Bastida falleció el 10 de agosto de 1923.

 
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